Este 2 de abril se conmemoran los 40 años del conflicto del Atlántico Sur. Por decisión del gobernador Jorge Capitanich conformamos la mesa “Malvinas nos une”, con tres ejes principales: resaltar el reconocimiento y el homenaje del pueblo argentino a los caídos en el conflicto bélico, sus familiares y los veteranos y veteranas; profundizar la difusión y visibilización, de los derechos soberanos argentinos sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y sus espacios marítimos circundantes; y reconocer las diversas luchas soberanas que tiene nuestra provincia y nuestro país.
En ese marco, primero debemos recordar a nuestros 632 soldados argentinos caídos, y particularmente a los 60 héroes chaqueños. Resulta fundamental fortalecer la memoria en cada uno de nuestros municipios para no olvidarlos.
Los ex combatientes, más de 1900 chaqueños, participaron directamente en el conflicto bélico. A pesar de esta tragedia humana, muchos se refieren al hecho de haber decidido llevar al país a la guerra como una gesta heroica, nada más lejos de lo que sucedió durante y luego del 14 de junio de 1982. Sin dudas, la decisión no fue una gesta, lo cual no significa que se nieguen situaciones de heroísmo dignas de ser recordadas y que nos enorgullecen.
Después de 40 años, luego de una gran reivindicación histórica realizada por gobiernos como el de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, que permitieron conocer lo sucedido en el conflicto armado al desclasificar los archivos de las Fuerzas Armadas, permitieron comprender la cruda realidad de los hechos que allí han sucedido.
Estos archivos expusieron el accionar y comportamiento de los jefes en las Islas, pero sobre todo su nivel de improvisación al decidir recuperar Malvinas por la fuerza. Con estos documentos, podemos certificar la impericia y negligencia del gobierno ilegítimo de facto que gobernaba el país encabezado por Leopoldo Fortunato Galtieri, el alto mando y la cancillería de ese entonces, que avaló llevar adelante esta desventura.
Esto también puso en evidencia un tema que se pretende ocultar: las torturas y vejámenes sufridos por nuestros soldados en algunos lugares, exponiendo la clara violación a los derechos humanos. La denuncia de estos hechos enaltece aún más el accionar de nuestros soldados, que fueron a combatir por la noble idea de recuperar la soberanía argentina sobre las islas. Sobre todo, porque ahora vemos que no solo tuvieron un enemigo externo representado por la OTAN y los soldados británicos, sino que en muchos casos tuvieron que luchar contra un enemigo interno, las propias fuerzas armadas.
Por todo esto, resulta importante recalcar que la guerra no se trató de una “gesta”. Lo que verdaderamente nos debe llenar de orgullo es el accionar y compromiso de nuestros compatriotas, aquellos soldados que fueron a combatir por la noble idea de soberanía y libertad para recuperar nuestras islas, usurpadas por los británicos desde 1833.
El conflicto armado fue producto de la decisión política de una junta militar que tomó el gobierno por la fuerza, eliminó los poderes del Estado; asesinó y desapareció a miles de argentinos y argentinas, y que ante su debilidad política encontró, a través de la guerra, la posibilidad de recomponerse.
Una Junta Militar que envió a combatir a pibes de 18 años contra una potencia militar, y que mientras engañaban al pueblo argentino comunicacionalmente, enterraba a sus soldados en la turba helada como sanción por “robar” comida – porque ni siquiera eso les proveyeron -. Esto sin contar la falta de armas y estrategias de conducción que necesitaban. Fueron nuestros pibes, nuestros hermanos, hijos, novios, nietos, vecinos a los que la dictadura militar envió.
Cuando esos pibes volvieron de la guerra los olvidaron y los negaron durante años. Malvinas fue casi un tema tabú hasta la llegada a la presidencia de Néstor Kirchner, quien impulsó políticas de Estado concretas para recomponer definitivamente su lucha e inició un proceso de Malvinización y conciencia nacional por la soberanía. Y de un gobernador como Jorge Capitanich, que llevó la reivindicación de derechos de los ex combatientes a un nuevo nivel nunca antes visto en la provincia, con políticas concretas de acompañamiento y garantía de derechos a nivel económico, social, y político. Estas también son historias que debemos saber y contar cuando hablamos de Malvinas.
Nos debemos un espacio de reflexión para conocer las grandes luchas que históricamente se vienen dando para el reconocimiento internacional de nuestro territorio por el cual, ininterrumpidamente, venimos peleando hace más de 200 años.
Durante todos los gobiernos democráticos, la República Argentina ha rechazado el uso de la fuerza como recurso, y se ha mostrado continuamente dispuesta a la negociación bilateral como medio para alcanzar una solución pacífica de la controversia, de conformidad con las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional. Dicho compromiso – así como el de respetar el modo de vida de los habitantes de las Islas – se encuentra incluso consagrado al más alto nivel normativo de la Argentina en la cláusula transitoria primera de la Constitución Nacional y va de la mano con el respeto al modo de vida de los isleños.
Este año debemos debatir y charlar sobre las diversas soberanías que nos atraviesan para profundizar de la mejor manera estos temas. No debería ser un dato menor que la máxima autoridad de la provincia constantemente pone sobre la mesa de discusión de todos estos ámbitos, desde nuestra soberanía territorial marítima, como mencionaba previamente, pero también, la soberanía económica, que hoy se viene debatiendo no sólo en nuestro país, sino también en el mundo, para poder determinar la mejor distribución de la riqueza, la soberanía alimentaria, la soberanía cultural, la soberanía espacial, que nos invita a no anclar solamente al territorio de un Estado y sus fronteras el concepto de soberanía.
La soberanía también es fruto de un sentido de identidad y comunidad, es también parte de un proyecto político. En el plano espacial, apostar al avance tecnológico para proyectar poder y posicionarse en un campo de juego dominado por un selecto club de países supone reforzar en la comunidad el concepto de una soberanía espacial y tecnológica. Todos estos temas tienen una gama muy importante de discusiones que nos invitan a pensar el conflicto de Malvinas.
Malvinas nos enfrenta a debatir hacia adentro la cuestión soberana, cómo nos atraviesa como argentinos y qué mirada tenemos sobre ella.
Nos atraviesa un gran sentido de soberanía cuando transformamos la realidad de los ciudadanos para mejorar la calidad de vida, cuando detrás de las decisiones políticas se encuentran los objetivos de una sociedad más justa, igualitaria y democrática.
En este caso particular hablamos de la soberanía sobre las islas Malvinas, pero permitámonos ampliar la discusión. No nos quedemos en esos 74 días de guerra, propongamos como sociedad conocer toda la historia para no cometer los mismos errores, porque de esa manera vamos a hacer que Malvinas realmente nos una.
Nos va a unir, no sólo cuando homenajeamos a nuestros caídos y veteranos, o cuando conozcamos los diversos mecanismos de diálogo que se han propuesto diplomáticamente, sino cuando realmente cada argentino y argentina, cada chaqueño y chaqueña sienta en su corazón la totalidad de su territorio desde Jujuy hasta la Antártida, pero también conozca la importancia de nuestras luchas soberanas.
Malvinas nos une, porque fueron, son y serán argentinas, pero sobre todo porque representan la bandera de una sola lucha, la soberanía nacional.
*Subsecretario de Gobierno del Chaco



