Inicio Nacionales El radar de Tierra del Fuego despierta alarmas en el Gobierno Nacional

El radar de Tierra del Fuego despierta alarmas en el Gobierno Nacional

Según consigna el diario Página 12, la compañía de radares LeoLabs Argentina SRL no sólo es un proyecto. Es real. Está asentada en una estancia privada a la vera de la helada ruta nacional 3 en la localidad fueguina Tolhuin, tercera ciudad de la provincia. Con permiso de obra civil y medio ambiental, construyó una estructura e instaló equipos que trajo de afuera, no compró en un almacén. La planta ya está finalizada al 50 por ciento. Además, hasta su reciente suspensión, estaba activa y en fase de prueba, según fuentes directas y contra la información del gobierno. A mediados de junio, Jorge Taiana metió la nariz en el asunto del radar y el 22 Agustín Rossi frenó los permisos de manera temporal. Ahora todo quedó paralizado, tal como cotejó una inspección del gobierno que voló el jueves pasado a Tolhuin en medio del revuelo del cierre, pero a tres años del desembarco de la compañía y a varios meses de un permiso “precario” que partió de una subsecretaría de la Jefatura de Gabinete en noviembre de 2022, era Juan Manzur. La conocida cercanía del tucumano con la Embajada no lo ayuda: mientras cada quien se lava las manos, el exministro caído en desgracia podría ser uno de los que empujó el acuerdo, según un dignatario de Casa Rosada.

Si tal como sostienen los documentos de la Inspección General de Justicia de Tierra del Fuego difundidos esta semana en medios locales, LeoLabs es una compañía integrada por capitales británicos, y no sólo norteamericanos, para el país se convierte en un problema geopolítico netamente de defensa. En esa línea lo dejó planteado el gobernador Gustavo Melella en las últimas horas y desde esa lógica se explica el parate temporal del gobierno, que abrió un paraguas para ganar tiempo y abrirle el juego a Cancillería y a Defensa. La hipótesis británica no es el único problema que analiza el gobierno. También estudia la dimensión de seguridad militar y científica. La instalación de un radar dedicado al estudio de desechos satelitales o basura espacial como en este caso, puede tener impacto ante un hipotético escenario de conflicto bélico o transformarse en objetivo de valor estratégico de ataque o defensa. Desde el punto de vista científico, no está clara la retribución que recibe el país por su instalación pero tampoco existe compromiso alguno escrito de transferencia tecnológica.

“La nueva resolución de Jefatura que suspende la autorización precaria, habilita y le da intervención al ministerio de Defensa y a la Cancillería”, explicaron en el gobierno. “Luego de estudiar y analizar los fundamentos del proyecto, se elevará una posición. Es un tema y un proyecto en el que Cancillería hasta la resolución de Rossi, no había participado. Pero aún así hay un tema, simbólico y no menor: las webs de la empresa norteamericana (a la que se la vincula con otras sociedades británicas) no tienen a las Malvinas en su mapa oficial que señala la localización de sus radares”.

Días pasados, las redes de LeoLabs Space publicaron uno de sus habituales hilos de tuits con información en tiempo real mapeada por sus radares en la “órbita espacial baja”, LEO por sus siglas en inglés. La LEO es una autopista celeste a la altura del kilómetro 150 y 2.000 donde circulan más de 11 mil satélites, en crecimiento exponencial y miles y miles de desechos. “¿Cuál es uno de los peores barrios de LEO?”, consultaron en el tuit y la respuesta explica la inquietud detrás del radar. “Es la franja de 700 y 900 kilómetros”, dijeron. “Esta región está repleta de Space Debris (basura espacial) en gran parte proveniente de pruebas ASAT chinas de 2007 y rusas de 2021. También es un área popular para las megaconstelaciones”.

Noviembre de 2021 es otro ejemplo de su agenda de seguridad espacial y el uso de los datos. La BBC alertaba sobre la escalada de un conflicto entre Rusia y Estados Unidos basado en un informe del radar de Nueva Zelanda también de LeoLabs. “Estados Unidos acusa a Rusia de poner en peligro a los astronautas de la Estación Espacial Internacional con una prueba de un misil antisatélites”, decía. “La prueba hizo estallar uno de los satélites rusos, generando restos que obligaron a la tripulación de la Estación a refugiarse en cápsulas”. LeoLabs había detectado objetos rusos desperdigados en el espacio que flotaban tras el estallido del satélite Kosmos 1408, lanzado en 1982.