El rompehielos ARA Almirante Irízar llegó el sábado a la primera base antártica argentina Orcadas, en el marco de la Campaña Antártica de Verano (CAV), donde desembarcó víveres y parte de la nueva dotación que reemplazará a la saliente y personal científico, a la vez que replegó parte de la dotación que invernó este año en una operación que duró tres horas.
Luego de atravesar el temido pasaje de Drake, que se mantuvo apacible, ubicado entre Tierra del Fuego y la península Antártica, cerca de las 7 el Irízar “tocó bocina” saludando a la dotación que ya lo aguardaba expectante en la playa.
Ubicada en la isla Laurie, entre la bahía Scotia y bahía Uruguay, debajo del paralelo 60° Sur que marca el ingreso al Sector Antártico Argentino y a más de 3.000 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, desde donde partió el Irízar, la Base Orcadas recibió a diez nuevas personas que invernarán y replegó otras diez.
A las 8.30 preparados con traje de antiexposición, que los protege del viento y del agua, una primera piel térmica, gorros, antiparras y protectores plásticos para las radios, el grupo, compuesto por 18 personas, fue el primero en desembarcar del Irízar desde una zona cercana a la popa hacia lanchas naranjas con forma de contenedor, donde entran más de 40 personas y toneladas de materiales.
Detrás de ellos se alistaron científicos de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y del Instituto Antártico Argentino (IAA) para realizar trabajos de mantenimiento y revisión en Orcadas, solo durante el tiempo que duró la descarga, como los investigadores sismólogos y los científicos especialistas en biorremediación; y también la dotación entrante, que emocionados se sacaban fotos y se despedían del resto de la dotación del buque, a quienes no verán por el próximo año.
Entre quienes desembarcaron también estuvieron los diez cadetes de la Escuela Naval que premiados por sus méritos académicos fueron invitados a viajar por primera vez en el Irízar.
La bienvenida a la Antártida la dio la fauna antes de llegar a la costa.
El viaje en lancha fue escoltado por pingüinos que nadaban al ritmo de la navegación, petreles que sobrevolaban el mar, y los inmensos témpanos y glaciares coronaron la escena llamando la atención de todos.
El día estaba nublado, ventoso y helado, pero el abrigo preciso permitió disfrutarlo.
Al llegar a la costa, un grupo numeroso de pingüinos también esperó a las lanchas desde la playa junto a la dotación saliente.
“Recibimos en esta primera etapa parte de los víveres que ya es para la invernada 2024 y se aprovechó, también, para hacer una rotación de personal en el movimiento logístico, se fueron diez y entraron diez, pero no es el cambio de la base completa”, dijo a Télam el jefe saliente de base Orcadas, el capitán de corbeta Guillermo Cardozo, quien vivió la emoción de recibir a uno de sus hijos entre quienes desembarcaron.