Los más pequeños podrán acercarse al misterio del continente más austral de la Tierra a través de las aventuras de Poncho, un perro polar argentino, que Agustina Larrea y Tomás Balmaceda convirtieron en protagonista de Poncho y la tormenta del fin del mundo, la primera entrega de lo que promete ser una serie apasionante.

Larrea y Balmaceda son profundos conocedores del tema, porque investigaron muchos años para Antártida. Historias desconocidas e increíbles del Continente Blanco (2021), un libro en el que reflejaron, para los “grandes”, episodios de diferentes épocas y grandes proezas que tuvieron lugar en esa región así como reflexiones sobre su futuro.

“Nos pareció que un lugar tan importante para la humanidad como la Antártida, con tantos elementos para pensar (el cuidado del medio ambiente, la historia de los países, la importancia de la ciencia, la convivencia pacífica, entre otros) merecía ser contado de algún modo nuevo para el público infantil”, cuentan ahora sobre el origen de este libro infantil que acaba de salir.

Los perros fueron claves en el armado y la ampliación de la soberanía argentina en la Antártida y parte fundamental del proyecto de Hernán Pujato, quien en los años 50 fundó las primeras bases antárticas argentinas. El perro polar argentino fue una especie con fuerza y destreza creada especialmente para poder recorrer esos espacios enormes con rapidez y de manera segura.

Según Larrea y Balmaceda, ofreció además compañía, cariño y amistad a los valientes patriotas que se lanzaron a la aventura de conquistar el Continente Blanco. Entre todos esos perros, se destacó Poncho, que ahora, además de todo lo que hizo, acerca estas historias a los lectores más pequeños. En este primer tomo, escrito en mayúscula y con algunos tramos a modo de cómic, se enfrenta al clima terrible del sexto continente.

Con ilustraciones de Alexis Moyano, el libro, que ya se puede comprar en la tienda online de Valkyria (con envíos a todo el país) o en la sede de Recoleta (Laprida 1289), busca presentar la epopeya que rodeó a la Operación 90, la primera expedición terrestre hecha por la Argentina al Polo Sur, de una manera diferente y pensando en las infancias.